Dirigida por Luisa María Charry Valencia y producida por Jeisson Manuel Méndez
Después de años de conversaciones fallidas y en contra de la pérdida de la lucidez, emprendo un viaje por carretera hacia al mar junto a mi madre adoptiva. Ella vive una enfermedad neurodegenerativa que transcurre lentamente y yo me despido de ella en el lugar que más hemos amado y que nos ha hecho sentir libres: el carro. A la vez que el viaje transcurre, nuestros sentimientos más profundos son explorados pues el pasado es evocado a través de conversaciones distantes o del silencio, pero también porque un archivo rodado con teléfono móvil aparece y retrata el proceso doloroso de padecer una enfermedad en la que mi mamá se hace cada vez más ausente y la convierte en una niña que ahora, después de 30 años, es cuidada y adoptada por la hija que alguna vez ella adoptó.
Etapa
Desarrollo avanzado / Preproducción
Duración
80 min
Género
Roadmovie documental
País
Colombia
En el 2024 este proyecto participó en el taller de escritura documental del Bogotá International Film Festival (Biff) dictado por la documentalista Patricia Ayala y en el taller de escritura largometraje documental del Festival Miradas (Medellín, Antioquia) dictado por el productor Walter Tiepelmann, y allí ganó el premio “Proantioquia” para apoyar la etapa de escritura y desarrollo. En el 2025, participó con su directora Luisa María Charry Valencia en las Residencias Coocine y quedó seleccionado con su productor Jeisson Manuel Méndez en la categoría Bammers. En el BAM 2025 ganó el fast track al Laboratorio de Producción “Nuevas Miradas” 2025 de la Escuela Internacional de Cine y Tv de San Antonio de Los Baños, Cuba.
Mi madre se llama Aura María Valencia y aunque visualmente parece tener más de 85 años, solo tiene 69. El 18 de diciembre de 2021 me agarró una intensa necesidad de grabarla con el celular, pues ese día me llamó mi padre para que fuera de inmediato a casa, al llegar la encontré con 0.1% de energía vital y no podía dejar de pensar que se iba a ir para siempre. Ella estaba acostada, casi agonizando. Hacía unos meses, le había empezado un eructo constante que no le permitía comer. Ya había bajado más de 30 kilos. Sin embargo, se rehusaba a ir a urgencias. Desde hacía años no quería ir a hospitales, ni a mercar, ni a reuniones familiares. En el 2020 a todos nos aislaron, para ese año, mi mamá ya llevaba casi 3 años así. Su vida se había convertido en una constante repetición de obsesiones y compulsiones. Mi papá solo me decía que no peleara con ese destino. Por parte de mi familia materna, nadie quiere reconocerlo. Una familia que calla y esconde que en su genética se lleva la depresión, la ansiedad, las adicciones, la esquizofrenia y el autismo. Finalmente, ella estaba tan débil y tan inconsciente que la llevamos a la clínica y al verla, la internaron inmediatamente. Entonces apareció una posible respuesta: el TOC incontrolado y además una incipiente y temprana enfermedad neurodegenerativa, podrían estar causando que mi madre no pudiese comer, que estuviese ausente, que hablara incoherencias y que su memoria a corto plazo fallara constantemente. No sé específicamente qué ocurrió en esa hospitalización en la que la cuidé, pero se materializó algo que estaba ocurriendo hacía poco: nuestra relación parecía tener más confianza. Y en ese hospital comprendí que debíamos sí o sí dialogar, antes de que su corteza cerebral se siguiera atrofiando, porque parecía que por fin podíamos entendernos mutuamente.
Esta película inició con la recolección de material grabado con un teléfono móvil pero continuó como la necesidad urgente e importante de comprender a mi madre. Ella inició siendo mi mamá el 26 de octubre de 1994 cuando me adoptó en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, pero he vivido toda la vida confundida con su frustración de ser madre biológica. Esto nos ha llevado a múltiples confrontaciones porque además somos mujeres con creencias e ideales muy diferentes. Sin embargo, hay algo que nos une: el carro y lo poderosas que nos sentimos al manejar. Ella no solo me enseñó a conducir cuando empezó mi enfermedad de movilidad reducida sino que me apasionó por los viajes por carretera en Colombia. Fue ella quien decidió liderar una caravana de carros meses después de mi adopción para llevarme a conocer el mar, quién nos atravesó por el país en medio del conflicto armado de los 90 y 2000, y fue ella quien me heredó su automóvil cuando decidió encerrarse. Esta road movie es el retrato de cuidado entre dos mujeres que cargan heridas profundas: una que siempre ha querido ser madre pero no se ha sentido madre de nadie y otra que siempre ha deseado ser hija pero que no se ha sentido hija de nadie. Con este largometraje no solo busco sincerarnos con ternura sino que podamos empatizar la una con la otra. Al fin y al cabo, mi búsqueda más profunda está en ella: entender quién es ella para mí y quién soy yo, en esencia.
Como directora, realizo con mi teléfono móvil una búsqueda serena y a su vez, llena de complicidad y reflexividad; y a partir del registro vivo y tenaz, que puede llegar a ser desgarrador pero elocuente, evidencio nuestra relación y con ella, una relación muy particular de cuidado. Pues en las imágenes y el sonido, el espectador será cómplice de lo que suelo llamar el ‘hijar’, eso que se contrasta con el maternar pero que refleja el cuidado de una hija a su madre; pero no de cualquier hija a su madre, unas mujeres que se han herido mutuamente por años y que ahora, deciden acompañarse en la cercanía distante.
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Al vuelo de tu aura no es más que una apuesta desde el cine por humanizar la relación madre – hija, y alejar la maternidad del acto de veneración en la que caen muchísimos films como fiel reflejo de una cultura machista y una sociedad inequitativa. Como mujer joven creadora que ha desarrollado otros proyectos con una mirada feminista, sé que las obras no solo pueden ser propuestas creativas sino que considero que pueden ser propuestas políticas. He sido testigo de cómo el cine puede detonar conversaciones difíciles, cómo una película puede ser la excusa para hablar en entornos personales y familiares como comunitarios y creo que es urgente que cada vez más mujeres no solo escribamos y protagonicemos nuestras películas sino que tengamos posibilidades reales de creación de un cine que conmueva y cuestione.
amparitofilms@gmail.com